Por: Carlos Hugo Zamarrón Romero*
Para citar este artículo: Carlos Hugo Zamarrón Romero, “Religión y estrategia en Medio Oriente: el rol del concepto del martirio en el conflicto irano-israelí”, Blog del Grupo de Estudios Sobre Eurasia, 9 de julio de 2025. [https://euroasiaticos.blogspot.com/2025/07/religion-y-estrategia-en-medio-oriente.html]
Un lugar común, es decir una idea generalizada, en la
discusión de los asuntos de la política internacional contemporánea es aquella
de afirmar que el mundo del siglo XXI es estrictamente secular y, por lo tanto,
las conductas religiosas han sido desterradas de las dinámicas de poder, o que,
en su defecto, los actores que aún tuvieran discursos que mezclan lo político y
religioso son intrínsecamente violentos e irracionales y deben ser combatidos
en aras de logar una paz que sólo las sociedades seculares pueden ofrecer
(Cavanaugh, 2009). Esta concepción de la realidad internacional está lejos de
ser verdadera; ni la secularidad es una realidad consolidada en el mundo ni los
actores confesionales son irreductiblemente irracionales.
El líder de la República Islámica de Irán, el ayatolá Seyyed Ali Khamenei. Fuente: MEHR News.
En un mundo donde la religión sigue impactando en las
dinámicas de poder internacional, a través de muy diversas formas y que se
adaptan a las transformaciones sociales, actores como Irán e Israel mantienen
discursos confesionales en la conducción de su política interior y exterior, con
narrativas fundacionales que se remontan a la creación misma de la República
Islámica y del Estado Judío alrededor de la segunda mitad del siglo pasado.
En ambos casos, la idea de que el Estado encarna una
entidad política-territorial representante y protectora ante la persecución y
la opresión de terceros más numerosos y poderosos sobre sus respectivas
comunidades, musulmanes chiitas y judíos, justifica la creación de Irán e Israel.
Particularmente, para el caso iraní, esta idea, la de martirio (shahid en
farsi y en árabe), es pilar en la identidad de la República Islámica y es
directriz en la formulación de política interior y sobre todo exterior.
El discurso del martirio justifica la acción
internacional de Irán en la búsqueda de una esfera de influencia regional en
Medio Oriente que enlace a Teherán con los perseguidos, marginalizados y
desposeídos por el colonialismo del siglo XIX y de la primera mitad del siglo
XX, y su posterior expresión neocolonial en la actualidad. Esta herramienta,
instrumentada desde casi medio siglo, ha conformado un eje de resistencia que
incluye a actores en resistencia como Hamas, Hezbolá, los hutíes, la Siria de
los Assad, etcétera, y que se contraponen estratégicamente a los intereses de
Tel Aviv, y por extensión a los de Washington, en el entorno meso oriental.
Si bien el martirio le ha servido a Irán con relativo
éxito en la construcción de su propia esfera de influencia, también conlleva un
costo político. La constante presión hegemónica de Estados Unidos, Israel y
otros actores del Norte global occidental sobre el territorio de Medio Oriente,
sus recursos, sus sociedades y gobiernos, abre diversos frentes de acción que
demandan la atención de Teherán y que, consecuentemente, consumen recursos
políticos, económicos y humanos en la defensa de sus intereses regionales y de
la legitimidad de la élite política emanada de la revolución islámica.
En este contexto, Irán ha enfrentado un desgaste en su
política exterior que se ve reflejado en el debilitamiento de los actores que
componen su esfera de influencia; Hamas enfrentando el genocidio en Gaza, el
grupo Hezbolá mermado en Líbano por la infiltración del servicio de
inteligencia israelí y Bashar Al Asad en el exilio, limitan la capacidad (y
continuidad) del eje meso oriental alineado a Teherán. Este escenario no es
ajeno ni desconocido para Israel y tampoco puede decirse que haya sido
desaprovechado por el gobierno en Tel Aviv.
Los tomadores de decisiones de política exterior de
Israel conocen el entorno y las variables en las que los actores regionales
interactúan, siendo lo confesional una de las reglas de funcionamiento del
sistema de relaciones meso orientales (Dallanegra, 2009, Duran e Yilmaz, 2013).
A la luz del discurso religioso del martirio y su instrumentalización política
en Irán, el ataque de Israel bajo la operación “León Naciente” puede leerse
como un movimiento estratégico del gobierno de Benjamín Netanyahu que perseguía
emplazar al gobierno iraní a tomar medidas armadas que fueran congruentes con
la narrativa religiosa que Teherán ha enarbolado en su política exterior de
combate al (neo)colonialismo, y al sionismo como una expresión derivada del
mismo. Proveer, en el contexto del imaginario popular iraní, la idea de que las
pérdidas materiales y humanas son una continuación del martirio histórico no
solo contra el chiísmo, sino contra los oprimidos y marginalizados del mundo,
orilla a la República Islámica decidir entre mostrar resistencia o manifestar
sumisión.
La reacción de Irán era ya esperada por el gobierno
israelí y es resultado de un cálculo del peso de lo religioso en la sociedad y
el poder en Irán, y es que a diferencia de lo que el mito de la secularidad
occidental (Osiander, 2001, Cavanaugh, 2009) ha hecho creer al mundo sobre una
supuesta irracionalidad perenne e intrínseca de los actores religiosos, los
elementos confesionales constituyen capacidades de poder que pueden sumar o restar
a la ejecución de la política exterior de los Estados.
Finalmente, es importante señalar que si bien la decisión
de Irán de responder al ataque con la misma fuerza puede haberle acarreado la
posterior destrucción de instalaciones nucleares con fines energéticos por
parte de Estados Unidos, así como el ostracismo indirecto (pero ya común) de
los miembros del G7 y una presión adicional en las ya mermadas negociaciones
con Occidente sobre el tema de los límites del enriquecimiento de uranio,
también reforzó la narrativa del martirio y el rol protagónico de Teherán en el
liderazgo de los martirizados en la región y el mundo. Las acciones de Israel
potencian la resistencia regional contra sus propias políticas hacia el Medio
Oriente, y queda en manos de la política exterior iraní evaluar, formular y
ejecutar nuevas rutas de acción que conjunten lo político y estratégico con lo
religioso en un mundo que no es tan secular como podría pensarse.
*Maestro
en Relaciones Internacionales por la UAM Xochimilco. Profesor de asignatura
para las licenciaturas en Relaciones Internacionales en FES Acatlán-UNAM y en
la Universidad Nacional Rosario Castellanos. Especialista en Medio Oriente y en
temas de religión y relaciones internacionales.
**Las
opiniones son del autor y no comprometen la postura del Grupo de Estudios Sobre
Eurasia