Dos siglos de relación: Trump y Putin en Anchorage
agosto 21, 2025por Jesús Adrián Díaz Zepeda*
Para
citar este artículo: Jesús Adrián Díaz Zepeda, “Dos siglos de relación:
Trump y Putin en Anchorage”, Blog
del Grupo de Estudios Sobre Eurasia, 21 de agosto de 2025. https://euroasiaticos.blogspot.com/2025/08/dos-siglos-de-relacion-trump-y-putin-en.html/.
Cooperación, interés, mediación y conflicto son atributos que caracterizan la relación de los Estados Unidos de América (EE. UU.) y la Federación de Rusia, atributos gestados en torno al interés geopolítico que desde el siglo XVIII con Catalina la Grande de Rusia[1] y la independencia estadounidense de Inglaterra se delineaban. Mediante la evocación del principio de neutralidad armada, Catalina II no solo demostró el nulo interés en apoyar al Imperio Británico frente a la Guerra de Independencia de los nacientes Estados Unidos de América (1775 - 1783), sino que fue un posicionamiento que le sirvió estratégicamente de contrapeso para detener la influencia británica en el comercio marítimo global, aunque tampoco apoyó a los colonos estadounidenses, veía positivamente las intenciones de independencia en América contra el Imperio Británico puesto que ello les mermaría de poder económico e importancia geográfica.
A fines de 1807, el Imperio Ruso
reconoció plenamente a la joven república de los Estados Unidos de América y
con ello se dio inicio formal a las relaciones diplomáticas, las cuales se
caracterizaron por ser amistosas, armoniosas y distantes. Es relevante traer a
la memoria que el siglo XIX se caracterizó por ser el siglo de dominio inglés,
pero también del expansionismo
territorial estadounidense y la consolidación del imperio ruso, es decir, los
intereses de los Estados cambiaban y su relevancia en el mundo también. Sin
embargo, en 1867 el zar Alejandro II de Rusia accedió en vender Prodazha
Alyaski (Alaska) a EE.UU., esto con la finalidad de tener una vecindad que
resultará benéfica y que alejara sus fronteras de Canadá, nación bajo
influencia británica.
En suma a lo anterior, es pertinente
hacer un breve recorrido al convulso siglo XX, un siglo dinámico con tintes
taciturnos en la relación entre ambas naciones y caracterizado por la
reconfiguración geopolítica. Marcado, en parte, por la muerte del Imperio Ruso
en 1917 y el nacimiento en 1922 de la
Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) (cuyo reconocimiento por
parte de EE. UU. fue en 1933). Ambas naciones protagonizaron el bando aliado en
la segunda conflagración mundial (1939-1945), cuyo costo para los soviéticos
osciló según diversas fuentes entre 18 millones[2] y 26,6 millones de muertes[3], y de
la cual emergieron como superpotencias vencedoras que disputaron la hegemonía
política, ideológica y económica global durante el periodo conocido como Guerra
Fría (1948-1991), hasta la disolución de la URSS en 1991.
Han pasado tres décadas desde la
disolución de la URSS, dejando el final del siglo XX protagonizado por EE. UU.
como vencedor de la Guerra Fría y único líder mundial al que todo el orbe debía
seguir para tener prosperidad y bonanza en el entendido del libre mercado y
eliminación de las barreras comerciales. Si bien, Rusia no figuró del todo a
finales del siglo XX, si lo ha hecho en las primeras décadas del siglo XXI,
bajo el liderazgo de Vladimir Putin, la Federación Rusa, heredera oficial de la
URSS, ha realizado un esfuerzo sobresaliente por mantenerse vigente como
potencia mundial gracias a sus
aportaciones dentro de distintos campos del saber humano como la tecnología,
salud, educación, investigación, y comercio internacional gracias a la
diversificación de mercados y alianzas estratégicas con aliados como
China.
La Federación de Rusia y los Estados
Unidos de América, son actores clave en
la región del Ártico,
tan solo 85 kilómetros distancia a las dos potencias, ambos saben la
importancia estratégica que les representa la región del Ártico en materia de
seguridad; todo ello a pesar del contexto bélico que actualmente se desarrolla
en Europa Oriental, el cual involucra a Ucrania y Rusia de manera directa,
dejando a esta última desde 2022 enfrentar sanciones económicas impuestas por
occidente[4], las cuales ha podido superar gracias al apoyo de su aliado China mediante la compra de gas y
petróleo[5].
La cumbre celebrada en Anchorage,
fue sin duda importante, porque demostró el intento estadounidense por mantener
su liderazgo mundial como conciliador y negociador, liderazgo acechado por
China, y es que una de las principales razones del presidente Trump para
celebrar la cumbre con su homólogo ruso, fue en parte, sentar las bases para un
posible fin de la Guerra en Ucrania y dar formalidad al plan de negocios en
materia de energía y metales con Rusia en suelo ucraniano.
Por lo anterior, es importante
señalar que la cumbre no contempló una reducción en la competencia entre ambas
naciones en el Estrecho de Bering, competencia auspiciada por su relevancia
geopolítica y la explotación de recursos naturales, así como tampoco abordó
reducción en temas relacionados en colaboraciones sobre estudios en materia de
herencia cultural y cooperación en investigaciones científicas.
La administración del presidente
estadounidense Joe Biden (2020-2024), respondió totalmente a la retórica de sus
aliados europeos de criminalizar a Rusia, señalando al presidente Vladimir
Putin como criminal y único responsable de la ofensiva militar sobre Ucrania,
esto incrementó el distanciamiento de Putin en el escenario internacional
particularmente dominado por occidente, así como el estancamiento en las
negociaciones para solucionar el conflicto entre Ucrania y Rusia
(2022-presente). El posicionamiento de la administración Biden junto con la de
los líderes europeos consistió en imponer sanciones y generar una narrativa
mundial contra Rusia, tachándola de expansionista y agresiva, partiendo de la
anexión de Crimea (2014), y que ahora
pretendía la región del Dombás, esta
acción negativa contra Rusia,
deterioró aún más las relaciones entre Washington y Moscú, por lo menos hasta
que llegó de nueva cuenta Donald Trump (2025) y buscará un cambio estratégico en las negociaciones.
Ahora el mundo está adentrado en la
segunda década del siglo XXI, la cual está marcada por una reconfiguración
global en materia económica, social, política y tecnológica, la cual está
protagonizada por viejas potencias como los Estados Unidos de América que tienen
por segunda ocasión una administración dirigida por Donald Trump, personaje polémico, negociador agresivo e
impulsivo, el cual ha dejado en evidencia la enorme dependencia de sus aliados
tradicionales respecto al poder e influencia estadounidense[6]; y por otro lado una
combinación entre potencias como China y Rusia, las cuales han mostrado su
capacidad de hacer sinergia constructiva mutua para el desarrollo y presencia
mundial.
La simpatía de Donald Trump con su
homólogo ruso Vladimir Putin, en materia de política exterior es relevante, ya
que al invitar al líder de la nación euroasiática,
y éste aceptar en tener una reunión el 15 de agosto de 2025 en
Anchorage, Alaska, le permitió a Trump traer de regreso al escenario
internacional a Vladimir Putin[7], mismo
cuya retórica lo tachaba de criminal por la intervención militar rusa en Ucrania, y no precisamente porque lo
fuera, sino más bien, porque ese fue el discurso construido por los aliados
occidentales a favor de Ucrania.
El presidente Trump saluda al presidente ruso Vladimir Putin en la Base Conjunta Elmendorf-Richardson el viernes en Anchorage, Alaska. Durante su vuelo a Alaska, Trump afirmó que su máxima prioridad era un alto el fuego en la guerra entre Rusia y Ucrania. Tras reunirse con Putin, Trump afirmó que un alto el fuego no era esencial y que era mejor buscar un acuerdo de paz permanente. Fuente: Andrew Harnik/Getty Images North America
En conclusión, lo anterior ha demostrado que las tácticas de
presión de Trump hacia sus aliados europeos, sumando la astucia del líder del
Kremlin en fortalecer relaciones estratégicas con su aliado China, y poner en
la mesa de negociación con Occidente que no desistirá de sus posiciones
territoriales ganadas durante los tres años de operación especial rusa en
Ucrania, demuestra lo eficaz que son los Estados Unidos de América y la
Federación de Rusia en arrancar concesiones territoriales y compromisos económicos,
lo cual deja con amplias expectativas al mundo lo que derive de la reunión en
Anchorage.
[1] Egorov, Boris, Catalina II estuvo a punto de enviar tropas rusas para suprimir la revolución en EE UU, (Puerta a Rusia, 2023).
[2] J. M. Sadurní, Las víctimas de la segunda guerra mundial: el coste humano por países (National Geographic, Historia, 2023).
[3] Mavris, Giannis, Las víctimas de la URSS durante la Segunda Guerra Mundial ( SWI, Swissinfo.ch, 2022).
[4] Casert,
Raf., y Madhani, Aarmer. Occidente
impone sanciones a Rusia tras avance en Ucrania
(Los Angeles Times,
2022).
[5] Martin, Nick. El papel de China en la supervivencia económica rusa (DW, Política China, 2025).
[6] Alemanno, Alberto.,
2025 La Rendición Económica de
Europa, Fundación (Análisis de Política Exterior, 2025)..
[7] Segura, Cristian, Putin y Trump hablarán el viernes del “enorme potencial”
económico entre Rusia y EE UU y del fin de la guerra de Ucrania, según el
Kremlin, ( El País, Internacional, 2025)
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