Por: Eduardo Tzili-Apango*
El 2018 fue un año sumamente turbulento y de muchas contradicciones
para el mundo. Nuevos pactos comerciales entraron en vigor, como el Acuerdo
Amplio y Progresista de Asociación Transpacífico, el Tratado México-Estados
Unidos-Canadá y el Acuerdo de Asociación Económica Estados Unidos-Japón, esto
al tiempo de que la guerra comercial China-Estados Unidos inició, se
desmantelaba el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y Apple se
convertía en la primera compañía en capitalizar un trillón de dólares
estadounidenses en el mercado. Es decir, hubo todo tipo de procesos económicos a
la vez.
Fuente: Observatorio de la Política China.
También, la democracia en el mundo se consolidó de manera paralela y
paradójica al fortalecimiento de los autoritarismos. Esto implicó el ascenso de
las derechas políticas. En 2018 los demócratas en Estados Unidos ganaron la
elección presidencial, y la izquierda se convirtió en gobierno por primera vez
en México. En Brasil, la derecha de Bolsonaro arribó al poder. En contraste, en
Hungría se dieron protestas por las reformas al sistema electoral que
dificultaban sobremanera una presencia política de la oposición al régimen de Viktor
Orbán, Putin consolidó su cuarto término presidencial en Rusia, Erdogan fue
reelecto en Turquía, y Xi Jinping fue denominado “presidente de por vida” en
China.
“18 de marzo de 2018. Presidente fuerte, ¡Rusia fuerte!” Fuente: The
Progressive Post
En 2018 hubo avances y retrocesos en los procesos sociales mundiales.
El movimiento #MeToo se globalizó y logró importantes avances en la lucha
contra la violencia de género en varios países. En contraste, las crisis
humanitarias se agudizaron; se estima que en el año en cuestión 2.3 millones de
venezolanos habían huido de su país, y Yemen se catalogó como la “peor crisis
humanitaria” del mundo.
En esta compleja coyuntura nació el Grupo
de Estudios Sobre Eurasia (GESE) como un esfuerzo colectivo de voces académicas
que hemos buscado comprender y explicar nuestro mundo contemporáneo. Dada una
sobre concentración –por no decir monopolización– de algunas comunidades
académicas en México sobre los espacios desde los cuales de produce y difunde
conocimiento, el GESE se creó primeramente como un espacio alternativo y
retador a las tesis predominantes que han buscado explicar la realidad actual,
pero con enfoques desactualizados y/o caducos. Por ello, en la primera reunión
preparatoria para la conformación del grupo (del 7 de septiembre de 2018), se
decidió adoptar un enfoque eminentemente crítico para los denominados “estudios
regionales” –aquellos enfocados en Asia.
Precisamente, en el ejercicio de la
crítica se produjo una concientización sobre el problema de seguir
reproduciendo la agenda epistemológica predominante en México, que tiende a
seccionar los objetos de análisis de los “estudios regionales” en espacios
geopolíticos afines a los intereses de las potencias –léase: Estados Unidos.
Así, en México se han adoptado los estudios del “Este de Asia” o del “Medio Oriente”,
además de enajenar, hasta cierto punto, los estudios de Asia Central, o de
Rusia y el espacio postsoviético. Incluso para este último punto en nuestro
país ha habido una tendencia a reproducir la visión rusa de lo que se refiere
al “espacio postsoviético”, reduciendo el término “Eurasia” a dicho espacio.
A raíz de lo anterior, el 19 de octubre de
2018 nació Euroasiáticos, que fue el
primer nombre del GESE, y con el cual se impulsó una primera agenda de
investigación sobre lo que adoptamos como objeto de análisis: la “Gran
Eurasia”, definida no solo como un espacio geográfico que abarca desde Europa
oriental, Turquía y la península arábiga al occidente de lo que Mackinder
denominó el Heartland, Rusia y el
Ártico al norte, India y el sureste asiático al sur, China Japón y las Coreas
al oriente, sino también definida como un espacio económico, político y social clave
en el que convergen varios de los principales procesos que definen al mundo
contemporáneo, como los mencionados al inicio de este artículo.
Así, el GESE –que adoptó su nombre actual
a inicios de 2019– definió una primera agenda de investigación que resultó en
el libro Eurasia, aproximaciones a nuevas
configuraciones glocales (publicado en 2020 por Palabra de Clío), y en el que
se analizaron procesos como el desarrollo del autoritarismo, los ejercicios de
la cooperación, definición de identidades, problemas de narcotráfico y de salud
pública, todo en la Gran Eurasia. Después, se definió una segunda agenda de
investigación que resultó en el libro Los
olvidados de Eurasia. Aportaciones desde México (publicado en 2023 por la
Universidad Autónoma Metropolitana unidad Xochimilco y Fides), y en el que se
estudiaron países poco tratados en las agendas de investigación de la disciplina
de Relaciones Internacionales en México.
Además de los ejercicios formales de
análisis académico, el GESE ha procurado diversificar la difusión del
conocimiento sobre la Gran Eurasia, lo que ha resultado en la conformación del
presente blog (que de julio de 2020 a octubre de 2023 ha publicado alrededor de
100 artículos), así como la elaboración de infografías, entrevistas y webinars en el que tratamos una
diversidad de temas que cubren distintas y necesarias agendas de conocimiento,
como estudios de género, resistencias sociales, geopolítica crítica, diplomacia
deportiva, cambio climático, entre muchos más.
A cinco años de la creación del GESE, las
turbulencias y las contradicciones en el mundo no han cesado, y en todo caso se
han profundizado. En 2023 la guerra vuelve a aparecer en el horizonte del globo
con el aniversario del conflicto ruso-ucraniano, la agudización de las
tensiones asimétricas entre Israel y Palestina y la ofensiva militar azerí en
contra de la República de Artsaj. La democracia también ha sufrido retrocesos
con la serie de golpes de Estado militares en África occidental. La guerra
civil en Myanmar, desatada por el coup
militar de 2021, ha supuesto un aproximado de 50 mil muertes de seres humanos
al 2023. Las tensiones entre China y Estados Unidos se incrementaron por el
“asunto del globo espía”.
El legado social de la pandemia por
Covid-19 ha sido la deshumanización de los lazos sociales, producto del “gran
confinamiento” que encerró a gran parte de la población mundial entre 2020 y
2022. Probablemente esto explique, en gran medida, la reaparición de la guerra
en los asuntos internacionales, además de otros problemas, como la peor crisis
bancaria en Estados Unidos desde la Recesión Global Financiera de 2008. Pero,
la deshumanización también ha ido acompañada por el ascenso de la inteligencia
artificial y la guerra cognitiva, última que busca construir una “otredad”
sumamente negativa que solo profundiza la enajenación, la ignorancia y la
violencia.
Por lo tanto, el GESE tiene el gran reto
por delante de continuar y mejorar la producción y difusión del conocimiento
para poder comprender y explicar el mundo contemporáneo. Esto implica continuar
los esfuerzos para visibilizar los más acuciantes procesos globales, ahondar la
concientización geopolítica en México, pulir la manera en que se comunica el
conocimiento sobre las realidades sociales, y seguir el sendero de la
resistencia epistemológica con base en una actitud intelectual crítica.
Por muchos años más de difusión del conocimiento de la Gran Eurasia.