China en el corazón de Eurasia: prospectiva de las relaciones con Afganistán

agosto 17, 2021

 Por: Eduardo Tzili-Apango*

Para citar este artículo: Eduardo Tzili-Apango, "China en el corazón de Eurasia: prospectiva de las relaciones con Afganistán", Blog del Grupo de Estudios Sobre Eurasia, 17 de agosto de 2021, https://euroasiaticos.blogspot.com/2021/08/china-en-el-corazon-de-eurasia.html.  
 
 

Fuente: MFA (2021)

El pasado 15 de agosto las fuerzas del Talibán capturaron la capital de Afganistán, Kabul, y al día siguiente el portavoz talibán declaró “finalizada” la guerra en Afganistán, cerrando 20 años de ocupación militar occidental. La retirada de las tropas estadounidenses de territorio afgano no ha pasado desapercibida por el mundo, y particularmente en China ha sido caracterizada como “humillante” e irresponsable. Incluso en Taiwán surgieron inquietudes en las redes sociales sobre el “abandono” estadounidense a sus aliados, preguntándose “si algo pasa en el estrecho de Taiwán, ¿Estados Unidos también huirá?”. Cabe destacar que esto último ha sido reproducido en múltiples medios de comunicación en China continental.

La reacción de China ante los procesos en Afganistán permite entrever parte de los vaivenes en los juegos globales de poder. En este artículo de coyuntura pretendo ofrecer una revisión somera de la relación afgano-china de 2001 a 2021, destacando las características políticas de la misma y proponiendo algunos escenarios de prospectiva a raíz de la toma del poder político afgano por parte del Talibán.

Al momento de la invasión estadounidense a Afganistán, en 2001, China tomó la decisión estratégica de alinearse con la “lucha global contra el terrorismo” emprendida por Washington, pues ello contribuyó a la realización de dos objetivos. Por un lado, se buscó mejorar las relaciones sino-estadounidenses, para el momento sumamente afectadas por las críticas hacia el gobierno chino por el tema de los derechos humanos después del incidente en Tiananmen (1989), por la Tercera Crisis en el estrecho de Taiwán (1995-1996), por la controversia del “reporte Cox” (1999) sobre supuesto espionaje chino y robo de conocimiento sobre armas nucleares estadounidenses, y por la destrucción de la embajada china en Belgrado (ex Yugoslavia) en 1999 por parte de fuerzas militares estadounidenses, disparando protestas en China y acusaciones del liderazgo chino sobre la intencionalidad del ataque. Por otro lado, se buscó aprovechar la lucha global contra el terrorismo para fortalecer el control de la región autónoma de Xinjiang, misma que hasta el momento había experimentado numerosas tensiones sociales y ataques terroristas.

A pesar de la alineación estratégica, Beijing adoptó una actitud cautelosa ante la presencia militar estadounidense en Afganistán, considerado como parte del “patio trasero” de China, aunado a la percepción de una posición geoestratégica débil de Estados Unidos en la región a raíz de la falta de alianzas o socios con los actores políticos regionales. Es decir, para China, más que algo positivo, la presencia militar estadounidense podría desestabilizar la zona.

Ante esto, el gobierno chino tomó la también decisión estratégica de involucrarse con los diversos actores políticos afganos, particularmente por medio de las relaciones económicas a partir de 2004. Esto sobre todo se hizo aprovechando los procesos de reconstrucción material en Afganistán, por lo que China emprendió numerosos proyectos de construcción de infraestructura, como el proyecto de irrigación en la provincia afgana de Parwan y la reconstrucción del hospital “República” en Kabul. De igual manera, en 2008 las empresas China Metallurgical Group Corporation (MCC) y the Jiangxi Copper Company Limited ganaron con contrato del gobierno afgano para explotación de la mina de cobre Mes Aynak, y en 2012 la petrolera china CNPC firmó un contrato de 25 años con el gobierno afgano para explotación de los pozos petroleros en la cuenca del río Amu Daria.

Lo anterior hizo que Beijing tuviese un acercamiento con el Talibán desde casi inicios de la ocupación militar occidental. Para empezar, en China se percibía que el Talibán mantenía una dosis de legitimidad social, sobre todo antes de la instauración del Emirato Islámico de Afganistán (1996-2001) lo que lo hacía una fuerza política importante. En India y Estados Unidos se percibía que China mantenía relaciones cercanas con el Talibán, particularmente por un reporte de la inteligencia india de que Huawei suministraba equipos de telecomunicación al Talibán, situación desmentida por el gobierno chino en su momento. No obstante, a raíz de los anuncios del retiro de tropas estadounidenses en 2012, Beijing se propuso un “involucramiento estratégico” con el Talibán, lo que permitió a China fungir como mediador entre este y el gobierno afgano (Sun, 2021), y algunos encuentros, como la visita de una delegación talibán a China en 2016, además del “permiso” brindado por el Talibán a China para reiniciar la explotación de la mina de cobre Mes Anyak. Se podría argumentar que gracias al entendimiento sino-talibán, el gobierno chino anunció en 2017 la posibilidad de extender el Corredor Económico China-Pakistán a Afganistán, proyecto perteneciente a la Iniciativa Franja y Ruta.

Para 2021 el entendimiento sino-talibán parecía producirse de manera inversamente proporcional al desarrollo de las relaciones entre Beijing y el gobierno afgano respaldado por las fuerzas militares occidentales. Esto explicaría, por ejemplo, por qué el gobierno afgano decidió “perdonar” y liberar a diez espías chinos apostados en Kabul, ello a pesar de que el Directorio de Seguridad Nacional de Afganistán reconoció que dichos espías trabajaban con la “Red Haqqani”, un grupo calificado como terrorista perteneciente al Talibán, esto a finales del 2020 e inicios del 2021. En este sentido, en la llamada del 16 de julio de 2021 entre el presidente Xi Jinping y el entonces presidente afgano, Ashraf Ghani Ahmadzai, se hizo patente el respeto al principio “阿人主导、阿人所有 (Aren zhudao, Aren suoyou), “Dirigido por el pueblo afgano, apropiado por el pueblo afgano”, un principio que el gobierno chino enarboló desde 2018 para caracterizar el “deber-ser” del proceso de paz y reconciliación en Afganistán a la luz de la retirada de las tropas estadounidenses, y que exige el reconocimiento del Talibán como fuerza política importante. Probablemente el presidente afgano haya percibido en las palabras del presidente chino la postura de Beijing de reconocer al Talibán, situación materializada el 28 de julio del 2021 con la reunión entre el ministro chino de relaciones exteriores, Wang Yi, y el dirigente de la Comisión Política Afgano-Talibán, Mullah Abdul Ghani Baradar, en el que se definieron los principios de la relación Afganistán-China previniendo la consolidación del gobierno talibán, de los cuales probablemente el más importante para Beijing fue el compromiso talibán de no permitir el desarrollo de operaciones terroristas del Movimiento Islámico del Turquestán Oriental, grupo considerado terrorista por China y autor de varios de los atentados en Xinjiang y Beijing.

El desarrollo de los procesos antes mencionados permite trazar tres escenarios a prospectiva. El primer escenario es el fortalecimiento de las relaciones Afganistán-China, resultado del vacío de poder que dejó la retirada militar estadounidense, y lo que podría implicar un incremento de los nexos económico-comerciales y la formal participación de Afganistán en la Iniciativa Franja y Ruta, situación que también convendría al gobierno del Talibán debido a la necesidad de fuentes de financiamiento para legitimidad de su régimen, mismas que muy probablemente no podrá encontrar en el mundo occidental.

El segundo escenario es el mantenimiento del statu quo en las relaciones en razón del mantenimiento de un estado de ingobernabilidad e inestabilidad en Afganistán dada una probable reorganización de todas las fuerzas anti-Talibán.

El tercer escenario es el resquebrajamiento de las relaciones afgano-chinas debido a la probable falta al compromiso adquirido por el Talibán de no apoyar al Movimiento Islámico del Turquestán Oriental, al incremento de la inestabilidad en el país, o incluso al tráfico de opio que el gobierno talibán no se preocupe en atender, situaciones que supondría una amenaza a las fronteras occidentales de China –como ya ha pasado– y que, según algunos analistas, permitirían ahora a China intervenir militarmente, aunque bajo la bandera de los cascos azules de Naciones Unidas.

 

* Profesor-investigador de tiempo completo en el Departamento de Política y Cultura de la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Xochimilco, integrante del Grupo de Estudios Sobre Eurasia (GESE) y estudioso de las relaciones internacionales de China.


Referencias

MFA. “Wang Yi Meets with Head of the Afghan Taliban Political Commission Mullah Abdul Ghani Baradar”. Ministry of Foreign Affairs of the People’s Republic of China. 28 de julio de 2021. https://www.fmprc.gov.cn/mfa_eng/zxxx_662805/t1895950.shtml. 

Sun, Yun. “China’s Strategic Assessment of Afghanistan”. War on the Rocks. 8 de abril de 2020. https://warontherocks.com/2020/04/chinas-strategic-assessment-of-afghanistan/.

 


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