Un acercamiento a la política energética para el sexenio de Claudia Sheinbaum
septiembre 11, 2024Por: Abdiel Hernández Mendoza*
Para
citar este artículo: Abdiel Hernández Mendoza, “Un acercamiento a la política energética
para el sexenio de Claudia Sheinbaum”, Blog
del Grupo de Estudios Sobre Eurasia, 11 de septiembre de 2024, [https://euroasiaticos.blogspot.com/2024/09/un-acercamiento-la-politica-energetica.html]
La
política energética que se comienza a percibir en el caso del gobierno de la
Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, ganadora de las elecciones presidenciales en
México el pasado 2 de junio de 2024, apunta a un entendimiento con la clase
empresarial en distintos sentidos. En estas notas se pretende señalar un
panorama de cómo el país reaccionará ante una Revolución Digital en marcha y
necesitada de fuentes de energía para funcionar.
El panorama energético del país está
en constante supervisión por, al menos tres posiciones, la que está a favor de
una desaparición del Estado en torno a su funcionamiento proponiendo que sea el
sector privado el encargado de la producción, distribución, suministro,
mantenimiento y cobro de los servicios energéticos; por otro lado, se
encuentran quienes desean que eso sea parte del Estado al cien por ciento,
asegurando así la llamada “soberanía energética”, a partir de decisiones
autónomas sin presiones empresariales o extranjeras, y; una intermedia que
propone la participación en conjunto de empresa y Estado.
Esta última es la que tiene mayor
aceptación por parte del gobierno entrante pese a que la narrativa de la
segunda es la que acompañará justificaciones en torno a la participación de las
empresas. ¿Por qué? Fenómenos geopolíticos y geoeconómicos relacionados con la
Guerra de cuarta generación que experimentan a través de Estados e
instituciones subsidiarias (proxys) Estados Unidos con el bloque
euroasiático liderado por China y Rusia, implican –entre más elementos–
jugadas geoeconómicas como el impulso de medidas de relocalización (reshoring,
nearshoring…) de las empresas de Occidente, siendo México, por su situación
de vecindad, un espacio vital para el bloque liderado por EE. UU.
Al elemento geopolítico habrá que
añadir el tema ambiental. La humanidad está sobrepasando las actividades de
explotación de recursos y las consecuencias se observan en espacios de
desertificación, contaminación exhaustiva, defaunación, deforestación,
crecimiento acelerado de monocultivos, entre otras que favorecen la acumulación
de cluorofluorocarbonos en la atmósfera (por insistir en uno de los efectos).
Ante ello se pensó desde la década de los sesenta del siglo XX que el uso de
energías alternas a los hidrocarburos era la solución para “contaminar menos” (sic.);
sin embargo, el uso de dispositivos de almacenamiento de energía como los
basados en litio resultan también altamente contaminantes.
Un tercer punto que mencionar es el
tema de la seguridad energética, en este caso la de México. Ahora el país debe
considerar que exista un suministro confiable y eficiente de energía, el cual
estuvo descuidado al ser cedido a capital extranjero a través de políticas
energéticas que prometieron en su momento llevar a las empresas paraestatales a
niveles altos de competitividad internacional.
Para generar una propuesta
energética orientada a la seguridad nacional de México, la Dra. Sheinbaum
articulará al menos las ideas de Víctor Rodríguez Padilla (Petróleos
Mexicanos), Emilia Esther Calleja Alor (Comisión Federal de Electricidad), Luz
Elena Gonzáles (Secretaría de Energía), Alicia Bárcena Ibarra (Secretaría de
Medio Ambiente y Recursos Naturales), Rogelio Ramírez de la O (Secretaría de
Hacienda y Crédito Público) y de Marcelo Ebrard Casaubón (Secretaría de
Economía).
Entre los retos a los que se
enfrenta el equipo que decidirá las políticas energéticas del país se
encuentran: la inestabilidad de los mercados energéticos, la transición
energética (anunciada desde la década de los setenta del siglo pasado), el pico
de producción de hidrocarburos, la dependencia del gas natural producido en EE.
UU., la inversión en la infraestructura energética (de Pemex y CFE), la
capacidad de producción energética por fuentes alternas, la cooperación
internacional en cuanto a transferencia de tecnología, las presiones
estadounidenses para incidir en el mercado energético nacional, reducción de
emisiones y los compromisos nacionales en torno a la eficiencia energética,
entre otros (SENER, 2024; IEA, 2024).
Aquí vale destacar que lo señalado
implica comprender que las necesidades de energía en México van en aumento y la
obtención de energía para los sectores residencial, comercial, servicios,
agrícola, empresa mediana y gran industria, que en 2023 significó para el
Sistema Nacional de Energía un total de 345 439 GWh, un aumento de 3.5%
respecto a 2022 (SENER, 2024); sin embargo, esta última cifra se considera
aumentará para 2025 por los movimientos de capital que espera recibir México en
materia de inversión en infraestructura derivada por el fenómeno de
relocalización empresarial. Los datos de la SENER estiman que de 2025 a 2030
pasaremos de 367 347 a 410 800 GWh; es decir, el país necesitará más fuentes de
energía.
Así, la Secretaría de Energía (2024) tiene
estimado que la demanda del país tiene como “factores determinantes”: el
crecimiento económico, el crecimiento poblacional, la estacionalidad, el precio
de los combustibles, el precio de la energía eléctrica, las pérdidas de energía
eléctrica, la eficiencia energética, la generación distribuida, la
electromovilidad y la estructura del consumo final eléctrico.
Ante el panorama mencionado es un
hecho que las guerras continúan, su número es mayor a las tres más mediatizadas
y la forma en que se efectúa responde a una modernización irrestricta de la
misma (Liang y Xiagsui, 1999): no convencional, económica, cibernética,
psicológica, ecológica, espacial (ultraterrestre) y trasnacional; es decir, el
consumo energético del mundo seguirá rompiendo récords. Basta señalar que el Statistical
Review of World Energy (Energy Institute, 2024) señala que “el consumo
mundial de energía primaria alcanzó un récord absoluto, con un aumento de 2%
respecto al año anterior, situándose en 620 Exajulios (EJ)”, lo que equivale a la
energía liberada por 9.84 millones de bombas atómicas como la de Hiroshima.
Un punto más a considerar tiene que
ver con los resultados ya visibles de la revolución digital. Sus
manifestaciones vistas en el Internet de las cosas, la inteligencia artificial,
macrodatos, aprendizaje automatizado, tecnologías aditivas, etc., necesitan
energía para mantener ciclos de producción y enfriamiento de los procesos; de
la misma manera necesitan la extracción de materiales crítico-estratégicos para
garantizar su existencia.
El aumento en el consumo de energía
implica tener en cuenta que para “los países lo que realmente cuenta es que no
falte energía […] atender el problema geopolítico inmediato […no] dejar la
seguridad energética en manos del mercado [… y la probable extensión del]
regreso a los combustibles fósiles” (Rodríguez, 2022), pero también debe
considerar que una transición energética que vaya al uso de fuentes alternas de
energía sin considerar las consecuencias del ejercicio de extracción minera que
ello significa, acelerará los tiempos del colapso ambiental.
Por ello México tendrá que acelerar
la producción de políticas públicas que primen la reversibilidad de procesos
contaminantes en la producción de energía y recurrir a propuestas
encaminadas a la sentencia: “a cada Kilovatio-hora de electricidad producido,
100 litros de agua descontaminada regresada a los mantos acuíferos” y en esa
misma reciprocidad dependiendo del tipo de fuente que se trate.
La inversión en la educación
especializada en energías renovables debe ser una prioridad para las
dependencias estatales mencionadas. No solo en la generación de patentes y
proyectos de producción energética, sino en el saneamiento de los espacios
utilizados en el ciclo de producción mismo.
El colapso ambiental y civilizatorio
está en marcha. Medidas de reversibilidad de procesos (en especial el
sistémico) apoyarán a que las condiciones de reproducción de vida no queden en
planos inferiores a la necesidad de asegurar energía para satisfacer a un
sistema energético que durante mucho tiempo careció de una visión social,
científica y que, prime la posibilidad de reducir el consumo de energía en
lugar de proyectar su aumento y, por lo tanto, pensar de qué fuentes ahora se
obtendrá la energía.
*Doctor en Estudios Latinoamericanos por la FFyL de la UNAM. Responsable de proyectos PAPIIT y PAPIME en la UNAM. Miembro del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores de CONAHCyT.
Fuentes
de consulta:
- Energy Institute (2024). Statistical Review of World Energy. EI, KPMG y KEARNEY
- IEA (2024). World Energy Outlook 2023. International Energy Agency
- Liang, Q., Xiangsui, W. (1999). Unrestricted Warefare. PLA Literature and Arts Publishing House
- Rodríguez Padilla, V. (2022). Crisis y transición energética. Disponible en: https://energia.org.mx/wp-content/uploads/2022/10/VRP-Crisis-y-transicion-energetica-I-y-II.pdf
- SENER (2024). Demanda y consume 2024-2038. Secretaría de Energía
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