La encrucijada olímpica del gobierno japonés: las Olimpiadas en tiempos de pandemia
febrero 03, 2021Para citar este artículo: Rubén Casillas De la Torre, "La encrucijada olímpica del gobierno japonés: las Olimpiadas en tiempos de pandemia", Blog del Grupo de Estudios Sobre Eurasia, 3 de febrero de 2021, https://euroasiaticos.blogspot.com/2021/02/la-encrucijada-olimpica-del-gobierno.html.
Introducción
El gobierno encabezado por el Primer Ministro japonés Yoshihide Suga ha declarado sus intenciones de mantener en pie la celebración de los Juegos Olímpicos en Tokio, a pesar de que el mundo se encuentra todavía en medio de la pandemia de COVID-19. El presente artículo de opinión ofrece algunas reflexiones en torno a los incentivos que tiene el gobierno japonés para llevar a cabo la justa olímpica y las complicaciones que enfrenta para lograr este objetivo.
La encrucijada olímpica del gobierno japonés
A mediados de enero, el gobierno japonés emitió un comunicado en el que desmentía los rumores acerca de la cancelación de los Juegos Olímpicos de Tokio, pospuestos debido a la pandemia de COVID-19 y que, según lo proyectado, esperan inaugurar el 23 de julio de este año. Su apuesta por llevar a cabo las Olimpiadas a como dé lugar se explica en parte por los exorbitantes recursos económicos que han sido comprometidos tanto por el gobierno como por instancias privadas, los cuales oscilan entre los 13 y los 28 mil millones de dólares (cifras oficiales del gobierno y de auditoría, respectivamente); por otro lado, la justa olímpica fue una de las joyas de la corona que le fue negada a Abe y que, ahora con Suga, permanece como una oportunidad para poner a Japón bajo los reflectores del mundo entero. Las olimpiadas se proyectan como una oportunidad para recuperar los recursos invertidos, generar derramas económicas tanto en Tokio como en sus regiones cercanas e impulsar el turismo, a la vez que permite proyectar y promover la imagen internacional de Japón, dando incluso un nuevo empuje al proyecto Cool Japan.
No obstante, las circunstancias parecen evolucionar en sentido contrario a los deseos del gobierno. Los casos de COVID-19 durante la tercera ola en Japón fueron en aumento constante desde principios de noviembre y hasta mediados de enero, llegando a un máximo de 7,855 casos nuevos en un día y que exceden con creces el record de 1,998 casos de la segunda ola y el de 741 casos de la primera. Aunque son números muy bajos en comparación con otros países, la situación actual ha llevado al gobierno a declarar el estado de emergencia en once prefecturas (sobre todo en las regiones de Kanto y Kansai) cuya duración, prevista hasta el 7 de febrero, podría extenderse. En ese sentido, la situación seguirá siendo incierta mientras no se comience a aplicar un esquema de vacunación amplio, lo cual todavía demorará algunos meses para Japón: a pesar de haber ya asegurado el acceso a más de 540 millones de dosis, y mientras que varios países del mundo han aplicado medidas fast track para acelerar su aprobación y distribución, los procesos burocráticos y las pruebas clínicas locales solicitadas por el gobierno podrían hacer que no haya una vacunación amplia sino hasta dentro de dos a cuatro meses más, poniendo en duda la capacidad gubernamental de terminar de vacunar a la población antes de las Olimpiadas. Esto último se relaciona a su vez con el temor (nada infundado) de que las Olimpiadas puedan convertirse en un foco de contagio, lo cual responde en parte a que el Comité Olímpico Internacional ha declarado que la aplicación de la vacuna no será obligatoria para los atletas (si bien es deseable). También quedará por ver qué postura tomará el gobierno en torno al potencial flujo de espectadores, lo que seguramente pondrá a prueba la capacidad de convencer a los visitantes que entren en cuarentena al llegar al país y de asegurar que éstos respeten todos los protocolos de salud, especialmente en el (ya de por sí) congestionado sistema de transportes de la capital.
Fuente: Japan Times
Aunado a todo lo anterior, el gobierno japonés se enfrenta a una opinión pública nipona que le es contraria. Según encuestas de la agencia de noticias Kyodo, cerca del 80% de la población se opone a que las Olimpiadas se lleven a cabo este verano, si bien sus opiniones divergen en si lo mejor es posponerlas de nuevo (44.8%) o si deberían ser canceladas (35.3%). Esta presión aumenta si se toma en cuenta que la decisión de cancelar o posponer podría ocurrir hasta el último momento, siendo más probable que los juegos se cancelen a que haya una nueva reprogramación si tomamos en cuenta que el próximo año se llevarán a cabo los Juegos de Invierno de Beijing y la Copa de Fútbol en Qatar (opacando las Olimpiadas o, en todo caso, restándoles peso mediático al tener que compartir escenario con estos eventos).
El Primer Ministro Suga, cuya popularidad ha caído en picada en los últimos meses y cuya campaña de turismo Go to Travel es considera como la causa principal de la tercera ola de contagios, ha buscado seguir con los Juegos Olímpicos a pesar de las opiniones en contra ya que, de salir todo bien (y de llevar a cabo un mejor manejo de la pandemia en los próximos meses), podría verse beneficiado en cara a las elecciones generales previstas a efectuarse en el último cuatrimestre del 2021.
Conclusiones
La apuesta por realizar los Juegos Olímpicos de Tokio pone al gobierno, y especialmente a Suga, en una posición sumamente complicada. Aunque es cierto que no está en sus manos el manejo de la pandemia global de COVID-19, las formas en que manejen la situación nacional y logren establecer protocolos adecuados para llevar a cabo la justa olímpica, equilibrando con la suficiente apertura para atraer a los visitantes y recuperar las inversiones realizadas, serán clave para lograr que las Olimpiadas sean realmente exitosas y se conviertan, quizá, en el evento masivo internacional que anuncie la llegada de la era post-COVID.
* Doctor en Ciencia Política y profesor de estudios japoneses en la UdeG.
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