Genocidio en Gaza y la política de la deshumanización

octubre 08, 2025

 Por: Iraís Fuentes Arzate

Para citar este artículo Iraís Fuentes Arzate, “Genocidio en Gaza y la política de la deshumanización”, Blog del Grupo de Estudios Sobre Eurasia, 8 de octubre de 2025. [https://euroasiaticos.blogspot.com/2025/10/genocidio-en-gaza-y-la-politica-de-la.html]

“Mi abuelo era terrorista”

Mi abuelo era un terrorista. Cuidaba su campo,
 regaba las rosas del patio, fumaba cigarrillos con la abuela
 en la amarillenta orilla del mar tendida como una alfombra de oración.

Mi abuelo era terrorista.
 Recogía naranjas y limones,
 pescaba con sus hermanos hasta el mediodía, cantaba una canción reconfortante de camino a la herrería con su caballo picazo.

Mi abuelo era un terrorista.
 Preparaba una taza de té con leche,
 se sentaba en su tierra verde, suave como la seda, se enfurecía con el sol que seguía parpadeando.

Mi abuelo era un terrorista.
 Salió de su casa para recibir a los invitados, guardaba un poco de agua en la mesa, la mejor, para que los invitados no murieran de sed tras su conquista.                  

Mi abuelo era un terrorista

Caminó hasta el pueblo seguro más cercano, oscuro como el cielo sombrío,
 vacío como una tienda desierta, oscuro como una noche sin estrellas.           

Mi abuelo era un terrorista.
 Mi abuelo era un hombre,
 el sostén de diez familias,
 cuyo lujo era tener una tienda de campaña
 con una bandera azul de la ONU puesta en el mástil oxidado, en la playa junto a un cementerio.

 

Poema del gazatí Mosab Abu Toha, extraído de su colección de poesía Things You May Find Hidden in My Ear.[1]

 

Deema de 22 años en el Campo Al-Bureji, Franja de Gaza, 6 de septiembre de 2022. Tomado de UNRWA – Archivo fotográfico y fílmico.[2]

Así es como Mosab Abu Toha narra la vida en Gaza, desarrollada bajo un asedio prolongado que hoy se constituye en genocidio y que ha vuelto inhabitables los días. Nacido y criado en un territorio asediado desde su infancia, comenzó a escribir durante la ofensiva israelí de 2014, cuando Israel atacó la Franja bajo pretexto de enfrentar a Hamás, ante la necesidad de dejar testimonio de una vida que el colonialismo sionista pretende borrar y que se rehúsa a desaparecer. En su libro publicado en 2022 traducido como Cosas que puedes encontrar ocultas en mi oído. Poemas desde Gaza, el oído del que habla Abu Toha es el espacio donde resuenan las explosiones y los gritos, pero también las palabras que sobreviven a la destrucción y se inmortalizan en poesía. En estos contextos, la poesía es una forma de devolver humanidad allí donde la ocupación insiste en negarla, un medio a través del cual las sociedades bajo asedio nos recuerdan que, a pesar de los esfuerzos por deshumanizarles, son sujetos con agencia.

El genocidio en la Franja de Gaza cristaliza un proceso histórico de larga data que se exacerba en la Nakba[3] de 1948, cuando la sociedad palestina fue desintegrada, la mayoría convertida en población refugiada y la minoría que permaneció quedó sometida a administración militar y a la confiscación masiva de sus tierras. Esa combinación de expulsión, régimen de control y colonialismo de asentamiento[4] hizo de la humillación y degradación de la vida palestina una norma histórica, preparando el terreno para que hoy el genocidio se presente como “gestión de seguridad” y no como crimen contra la humanidad.

Edward Said, crítico literario y activista palestino, ya había descrito en 2002 a Gaza como “una pesadilla […] compuesta por miles de soldados dedicados a la humillación, el castigo y el debilitamiento intolerable de cada palestino”. Añadía que esa estructura opera con el bloqueo de medicinas, el disparo contra ambulancias y el arrasamiento de viviendas y cultivos, una rutina de castigo sostenida que dejó de ser excepción para convertirse en norma y que desborda al ejército al instalarse en la administración, la judicatura y el entramado de la sociedad civil israelí que la reproduce.[5]

Aquella escena que describió Said se reproduce en la vida común palestina como práctica aprendida, porque la violencia de colonos opera como brazo ejecutor del colonialismo de asentamiento. La organización civil israelí por los derechos humanos, Yesh Din, ha documentado durante dos décadas que la maquinaria sionista israelí, como potencia ocupante, no solo incumple su obligación de proteger a la población palestina, sino que ampara la violencia de los colonos como parte de una política estructural. El 94% de las denuncias por ataques, incendios, saqueos o destrucción de cultivos se archiva sin acusación y apenas 3% culmina en condena, una inacción que otorga carta blanca y normaliza el terror como herramienta de control territorial y desplazamiento forzado.[6] Más aún, una encuesta del Pew Research Center realizada en marzo y abril de 2024 registró que 39% de la ciudadanía israelí consideró adecuada la ofensiva en Gaza, 34% la juzgó insuficiente y solo 19% la vio excesiva, mientras 40% expresó preferencia porque Israel gobierne Gaza en lo sucesivo,[7] aun cuando ya habían sido emitidos fallos internacionales acerca del genocidio cometido por Israel.

Ese clima de impunidad descansa en una estructura que produce un sujeto degradado, despojado de humanidad y leído como “amenaza”, cuyo objetivo es bloquear la solidaridad y el reconocimiento. La deshumanización actúa con mayor fuerza cuando interrumpe el duelo, porque negar el duelo impide admitir el valor de la vida que ha sido arrebatada y rompe los lazos que sostienen la memoria; de ahí la necesidad del poder colonial de impedir el derecho a llorar, de proscribir nombres y relatos y de imposibilitar ritos funerarios. La representación de “lo palestino” (así en abstracto y singular) reducida a categorías como “terrorista” o “animal humano”, funciona como una tecnología de poder que reconfigura la sensibilidad moral del mundo. Es, en palabras de Rita Segato, una pedagogía de la crueldad que enseña a no mirar, a no sentir y a no reconocer la pérdida del otro, transformando la indiferencia en norma y la violencia en condición y medio de lo cotidiano.[8]

El discurso del “terrorismo” ha operado como una de las principales estrategias de deshumanización del sionismo para justificar la violencia genocida en Palestina. Bajo el lenguaje de la “seguridad nacional”, Israel ha estirado esa categoría hasta cubrir la vida civil, borra la distinción entre combatientes y no combatientes y habilita violaciones sistemáticas del derecho internacional humanitario y de los derechos humanos. El andamiaje jurídico del sionismo israelí descansa en las Regulaciones de Emergencia de 1945 y en la Ley Antiterrorista de 2016, las cuales permiten designaciones administrativas sin audiencia, uso de pruebas secretas, detenciones prolongadas y confiscaciones. Tan solo en 2021, Israel catalogó a seis organizaciones palestinas de trabajo civil y de derechos humanos como “terroristas” —Addameer, Al-Haq, Bisan Center for Research and Development, Defense for Children International-Palestine, Union of Agricultural Work Committees y Union of Palestinian Women’s Committees—. En todos los casos, el patrón de justificación es la supuesta seguridad nacional apoyada en categorías vagas, discrecionalidad administrativa, lo que convierte la etiqueta “terrorista” en un marco legal de impunidad para silenciar organizaciones civiles palestinas.[9]

El uso expansivo de la etiqueta “terrorista” ha posibilitado una limpieza étnica de Palestina. A dos años de aquel fatídico 7 de octubre de 2023 que exacerbó el genocidio en Gaza, hasta el 25 de septiembre, las estimaciones operativas confirman 66,000 personas fallecidas y un aproximado de 169,000 heridas en Gaza. El desplazamiento interno alcanza aproximadamente 1.9 millones de personas (90% de la población), con múltiples desplazamientos y condiciones de extrema vulnerabilidad.[10] Además, el sistema de clasificación IPC confirmó hambruna (Fase 5) en agosto de 2025, con más de medio millón de personas en niveles catastróficos. Mientras que el análisis satelital de UNOSAT muestra aproximadamente 78% de las estructuras de Gaza dañadas o destruidas y alrededor de 283,000 viviendas afectadas.

Vuelvo al poema de Abu Toha porque ahí se condensa lo que Enzo Traverso describe como el paso de la guerra a la administración de la destrucción, una logística que convierte la vida cercada en objetivo gestionable y transforma la existencia cotidiana en materia de gestión. Por eso cuando el abuelo que riega sus rosas es nombrado terrorista el hogar se vuelve blanco aceptable, se desdibuja su identidad y sus historias quedando reducido a un sujeto abstracto que no genera el reconocimiento de aquel otro que observa su destrucción humillante. Así el dolor palestino se vuelve inaudible para una opinión internacional educada en ese lenguaje como culminación de un proceso que desnuda la vida y legitima su eliminación.

A pesar de todo, el cerco de la palabra no es total, por encima del ruido crecen tramas de apoyo que rompen el aislamiento. Más de 400 activistas de distintos países se abrieron paso para quebrar el bloqueo de ayuda humanitaria impuesta por el ente genocida israelí y dar testimonio de manera independiente a diversos gobiernos. Desde aquel 7 de octubre de 2023 ha habido una constelación de colectivos, sindicatos, universidades, marchas, huelgas, flotillas han ganado fuerza y devuelve un horizonte de esperanza por la defensa de la vida, una red que conoce de sus límites, pero insiste, porque ninguna existencia es prescindible. Nos queda claro que no es suficiente, pero que quede registro oral y escrito de que nos opusimos al genocidio, que nuestras voces sean luces, aunque pequeñas, de dignidad y de reconocimiento de esta deuda histórica de la que somos parte, pero no de aquella parte que decidió legitimar la masacre o decidió no escuchar.

*Profesora de las Facultades de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Doctoranda en Estudios feministas y maestra en Relaciones Internacionales por la UAM. Especialista en Medio Oriente contemporáneo, Irán y movimientos de mujeres en Medio Oriente. iraisfuentes@politica.unam.mx

           


[1] Abu Toha, Mosab. Things You May Find Hidden in My Ear: Poems from Gaza. San Francisco, CA: City Lights Publishers, 2022.

[2] UNOCHA, “Gaza through the Eyes of Its Photographers,” UNOCHA Exposure (sitio web), fecha de publicación desconocida, https://unocha.exposure.co/gaza-through-the-eyes-of-its-photographers

[3] La Nakba, palabra árabe que significa “catástrofe”, define un proceso iniciado en 1948 con la ofensiva israelí contra el territorio palestino y territorios árabes allegados, en el que cientos de miles de palestinas y palestinos fueron expulsados de sus hogares con la creación ilegítima del Estado de Israel. Desde entonces, este proceso sigue en continua constitución y reformulación en la vida y memoria colectiva, dado que marca un punto de inflexión del despojo estructural que no se ha detenido.

[4] El colonialismo de asentamiento designa un orden que busca reemplazar a la población originaria con una sociedad de colonos permanente, apropiarse de la tierra y fijar soberanía mediante una “lógica de eliminación” que combina desposesión, traslado forzado y borramiento jurídico y cultural. Funciona como estructura que se reactiva en leyes, fronteras, políticas demográficas y violencia administrada.Wolfe, Patrick. “Settler Colonialism and the Elimination of the Native.” Journal of Genocide Research 8, núm. 4 (2006): 387–409.

[5] Traverso, Enzo. Gaza ante la historia. Traducción de Valentina Olalla Salvador. Madrid: Ediciones Akal, 2024, pp. 12–13.

[6] Yesh Din. Data Sheet: Law Enforcement on Israeli Civilians in the West Bank (Settler Violence), 2005–2024. 16 de enero de 2025. https://www.yesh-din.org/en/data-sheet-law-enforcement-on-israeli-civilians-in-the-west-bank-settler-violence-2005-2024/

[7] Silver, Laura, y María Smerkovich. “Israeli Views of the Israel-Hamas War.” Pew Research Center, 30 de mayo de 2024. https://www.pewresearch.org/global/2024/05/30/israeli-views-of-the-israel-hamas-war/

[8] Segato, Rita. Contra-pedagogías de la crueldad. 1ª ed. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Prometeo Libros, 2018.

[9] Adalah. Expert Opinion: Israel’s 2016 Counter-Terrorism Law and 1945 Emergency Regulations Regarding the Outlawing of Six Palestinian Human Rights and Civil Society Groups. Haifa: Adalah – The Legal Center for Arab Minority Rights in Israel, 23 de noviembre de 2021.

[10] UNRWA, Situation Report 181: Situation in the Gaza Strip and West Bank, including East Jerusalem, [fecha de publicación], https://www.unrwa.org/resources/reports/unrwa-situation-report-181-situation-gaza-strip-and-west-bank-including-east-jerusalem

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